Dice un viejo refrán italiano que febrero es breve y amargo, y el saber popular siempre acierta.
Para aliviar esta sensación de agobio causada por el cielo gris, el frío sideral, la lluvia persistente y la humedad que cala en los huesos, la psicología sugiere canalizar tus pensamientos hacia algo agradable, colorido, cálido, como los recuerdos de unas vacaciones junto al mar, un hermoso día en el lago, tumbado en un prado acariciado por el sol…
¡O el sabor de un helado! Eso es, un buen helado, un invento patrimonio de la humanidad, que con sus colores y sabores nos hace la boca agua suavizando nuestro rígido superego. De esos que se disfrutan sin formalidades, con las manos, que nos podemos comer ensuciándonos, sin vergüenza alguna.
El que más nos alegra, el más popular, capaz de reconectarnos con nuestro yo de la infancia – ese, es y sigue siendo el polo. ¿Quién no recuerda el mítico Arcobaleno, depositario de todos los deseos y peniques reservados de nuestro escaso dinero de bolsillo…?
Pero ¿quién fue el inventor del polo? ¿Cómo surgió este dulce milagro que perdura imperecederamente en el tiempo y las estaciones? Te lo contamos aquí en LAIeF, quienes, modestamente, tenemos más idea de helados que el diablo, y a quienes nos cuesta un poco disfrutar de ellos por culpa de las elevadas temperaturas de por allí abajo…
El polo se inventó hace poco, concretamente en 1905. Como suele ocurrir con las genialidades, fue fruto de una trivial casualidad. El inventor y entonces niño de 11 años Frank Epperson, de Oakland (California), probablemente de vacaciones por un lugar frío, olvidó un vaso de agua y soda en el alféizar de la ventana con el palito con el que los había mezclado metido; durante la noche la temperatura descendió por debajo de cero y la bebida se congeló. A la mañana siguiente, el curioso muchacho consiguió sacar la masa congelada del vaso con ayuda de agua caliente y la probó, sujetándola con el palito. Sin darse cuenta, había inventado el polo, el cual al principio bautizó como epsicle, abreviatura de Epperson + icicle, carámbano.
En 1923, Epperson formalizó su invento obteniendo una patente para él y lo rebautizó como Popsicle. La marca registrada, propiedad de Unilever, sigue existiendo hoy en día.
El polo helado llegó a Italia tras la II Guerra Mundial, gracias a que los estadounidenses abrieran la puerta a la producción industrial de helados, inicialmente vendido únicamente por dos empresas de Reggio Emilia y Bolonia, pronto se extendió por todo el país.
Y entre ellos estamos nosotros de LAleF que diseñamos y fabricamos maquinaria para la producción industrial de helado en barra desde 1980. Gracias a nuestro constante compromiso y dedicación a la evolución de la industria, hoy ofrecemos una amplia gama de equipos y componentes: nuestras máquinas lineales y rotativas están repartidas por todo el mundo, y los testimonios de satisfacción de nuestros clientes confirman la positividad de nuestra estrategia.
LAIeF trabaja para el cliente, y también para vosotros que estáis leyendo esto. Sí, porque si un polo os saca una sonrisa en un día gris, también es un poco gracias a nosotros.